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viernes, 7 de diciembre de 2012

Hans Magnus Enzersberger - Bernardino de Sahagún (Fragmento)

A los ochenta años sus ojos se ensombrecen.
Misiva del Consejo de Indias al Virrey. Edicto
del Alto Consejo de la Inquisición a los arzobispos
de México y Oaxaca. Las obras paganas en cuestión
son ociosas, extrañas a la Fe y peligrosas.
Los manuscritos se dispersan. La escuela
se desmorona. La viruela acaba con los indios.

A veces se pregunta qué fue en su vida:
un cuervo en un campo de batalla, o un salvador.
A duras penas descifra en copias clandestinas
lo escrito y dibujado otrora por sus pupilos.
Viejos pictogramas, hieráticos y extraños. Un mundo
distinto, transparente como muestras en resina.
Sus labios se mueven despacio y va leyendo:

El presagio
Fue diez años antes de llegar los españoles, fue
la primera señal. Fue como una lengua de fuego
sobre el cielo, como una llama, como un resplandor
en el crepúsculo. Ardía espacioso, se alzaba alto
y afilado. Un año entero apareció, en las noches.
Y cuando brillaba, se alzaba un griterío,
gritaban todos, todos batían con la palma de la mano
contra sus bocas, todos sentían un miedo horrible,
se estremecían, esperaban, estaban aterrados.

Ocupa su vida en hacer preguntas. De lo aniquilado
se siente admirado. De los asesinados (perfectos filósofos
y astrólogos, oscuros y sutiles, elegantes,
y muy diestros en todas las artes mecánicas)
procura obtener respuestas. Lo que él profesa
es una ciencia, nueva y rigurosa. La metodología
no existe todavía. Él es el primero.

E inventa el sondeo informático: los cuestionarios,
las interviús, el cross-checking, el teamwork.
Capacita a sus discípulos: normas de transcripción,
gramáticas, glosarios. Sube incluso a los volcanes.
Pero lo que cuenta, no es lo que ve. Pregunta
a los supervivientes, los últimos aztecas. ¿Qué es
una montaña? Ellos dictan y el escribano apunta [...]

Cuando aún mozuelo, frailecillo mendicante
de parda cogulla y blanco cordón, desembarcó en Veracruz,
la carnicería había terminado: Todo está por tierra
desparramado, ya nada se conserva en pie.
Las pirámides aplanadas, los acueductos demolidos,
y no se puede pisar la tierra de México
sin pisar a la vez los restos de algún indio.

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