Llegó tanta noticia del silencio
de la ciudad lejana, como si en ella
sólo se abrieran flores a la muerte y nadie
oyera el ruido que hizo el helicóptero.
Sin embargo hoy
la muerte de Miguel Enríquez,
abrió una herida, una explosión
en el periódico de la tarde,
y una media columna habló de él.
En esta noticia no se abrigaron
pájaros secos de compasión,
pasó solemne y silenciosa.
No es esta una noticia,
sino una herida, pólvora.
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