Dichoso el tigre –tiene dientes,
también el oso –garras tiene,
y a mí ¿qué cosa me defiende?
Señor ¡tenga yo garras, dientes!
Creador, a que tú creaste
según tu imagen –no lo armaste
ni defensor le procuraste
al que no rasga o muerde a nadie.
Lo muerden los de dientes armados,
los otros rásganle el costado.
Mientras se lame, así callado,
¡endiéntalo, Señor, engárralo!
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