Lo que hemos vivido con emoción no es evocado por la música. La poesía, en cambio, nos recuerda que alguna vez debimos emocionarnos y permanecimos impasibles.
La música nos sirve para ascender a las constelaciones; la poesía, para tomar posesión de ellas.
Poesía: compañía en la sociedad; música: soledad en la compañía.
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