Queridos muertos, sus caras son vivas, las veo,
como si estuvieran entre nosotros, vivos.
Uno es un orgulloso olivo que señala al navegante lejano
aquí tenemos nuestra orilla, nuestra orilla no desapareció.
El otro está más cerca, su cementerio es El Salvador,
de donde oigo su voz, sus versos aciertan al blanco.
Como si el vivo viviera menos, yo que recordándolos
a ustedes no duermo, espero el fin de la noche.
Duerme Guanabo, la media luna tropical duerme sobre
[nosotros,
duerme el mar, duermen las olas, duermen en la orilla las
[conchas.
Pescadores presurosos esperan los peces en pequeños botes,
guardan el botín como el futuro, para que no lo robe
la maliciosa agua azul, que no se lo robe la tempestad.
Como si fuera suyo el bote, como si
fuera suya la red que guarda el futuro.
Está terminando la noche, se desgarran las nubes,
las caras de ustedes están en el cielo, ¡cuánto viven, cuánto!
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martes, 11 de diciembre de 2012
András Simor - Elegía recordando al poeta yugoslavo Radovan Zogovic y al poeta salvadoreño Roque Dalton
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